domingo, 27 de abril de 2014

MARILYN MONROE (1926-1962)

El 5 de agosto de 1962, la actriz estadounidense Marilyn Monroe, el gran mito erótico de los años cincuenta, fue hallada muerta en su casa de Hollywood. Aunque el forense dictaminó que la actriz se había suicidado con una sobredosis de somníferos, las causas de su muerte permanecen aún confusas; se apreciaron algunas contradicciones en el informe médico de su trágico fin. Las dificultades profesionales y su agitada vida sentimental parecieron estar en el origen de su muerte. En cualquier caso, la jovialidad y el vivir desenfrenado y despreocupado que muchas veces había representado en el cine y fuera de él se corresponden poco con el verdadero perfil de su vida, marcada por las contradicciones y los complejos de una niñez y una juventud desgraciadas, seguidas después de un éxito arrollador al que no supo hacer frente, ni siquiera cuando creyó encontrar, junto a personalidades como Arthur Miller, la estabilidad y la seguridad que persiguió durante toda su vida. Marilyn Monroe, de verdadero nombre Norma Jean Baker (o Norma Jean Mortenson, apellido de su padrastro), nació el 1 de junio de 1926 en Los Ángeles, en el estado norteamericano de California. Hija de Gladys Baker, quien nunca le comunicó la identidad de su padre, su primera infancia fue muy dura. Su madre la dejó en manos de un matrimonio amigo hasta que cumplió siete años; entonces se la llevó a vivir consigo. Pero un año más tarde Gladys fue internada en un sanatorio psiquiátrico en el que se le diagnosticó una esquizofrenia paranoide, enfermedad que luego Marilyn creería haber heredado, especialmente cuando era internada por sus frecuentes depresiones. Su infancia y adolescencia transcurrieron entre un orfanato (en el que ingresó a la edad de nueve años y trabajó como ayudante de cocina), la casa de sus abuelos y las de varias familias que la adoptaron. En una de estas casas de acogida sufrió al parecer abusos sexuales por parte del cabeza de familia cuando contaba ocho años. Nada hacía pensar que Norma Jean tuviera una futura carrera como actriz, ni tan siquiera el hecho de que su madre, una mujer extraordinariamente atractiva, hubiera trabajado durante un tiempo como montadora de negativo en Consolidated Film Industries. Marcada por la inestabilidad emocional y la pobreza, a los dieciséis años, tras abandonar sus estudios, se empleó en una planta de construcción de aviones. En la misma fábrica conoció a un mecánico de 21 años, James Dougherty, con quien contrajo matrimonio el 19 de junio de 1942 y de quien se divorciaría cuatro años después. De modelo a actriz Ese mismo año de 1946 un fotógrafo de modas la descubrió y la convenció de que se hiciera modelo. Así, la aún llamada Norma Jean comenzó su carrera como modelo bajo la tutela de la agente Emmeline Snively, que le sugirió cambiar el color de su cabello, que era castaño de nacimiento, por el característico rubio platino. Durante esta época, Norma Jean realizó un sinfín de campañas publicitarias, siendo muy recordadas las que hizo para anunciar trajes de baño. Paralelamente, su carácter inquieto y deseoso siempre de adquirir nuevos conocimientos la llevó a tomar clases de arte dramático en el Actor's Lab de Hollywood y a asistir a cursos de literatura en la Universidad de Los Ángeles (UCLA) El rostro de la modelo comenzaba a ser muy conocido. Sus innumerables trabajos publicitarios hicieron que en 1947 el magnate Howard Hughes, propietario de la compañía cinematográfica R.K.O., le ofreciera hacer unas pruebas de pantalla con el objeto de saber si podía dar juego ante una cámara cinematográfica; pero Norma Jean prefirió aceptar una oferta de la 20th Century Fox para trabajar unos meses como actriz de reparto. Intervino en tres películas olvidables en los que no fue debidamente acreditada, y ya entonces se verificó el cambio de nombre: Norma Jean pasó a llamarse Marilyn Monroe. Uno de sus primeros papeles era de figurante entre una multitud; se trataba de la película de Frederick Hugh Herbert Scudda Hoo! Scudda Hay!, con June Harver. En un momento del film, Marilyn se separaba del grupo para saludar a la actriz principal. Esta escena, sin embargo, se cortó luego en el montaje, y Marilyn recordaba algunos años después: "Una parte de mi espalda es visible en un plano, pero nadie lo supo aparte de mí y algunos amigos íntimos." Un año después la Fox rehusó renovarle el contrato, por lo que aceptó uno nuevo de parecidas características en Columbia. Para esta compañía actuó en la comedia musical Ladies of the chorus (1948), de Phil Karlson. Marilyn era una modesta bailarina de striptease llamada Peggy Martin y cantaba dos canciones. Para preparar este papel recibió lecciones del director musical de la Columbia, Fred Karger, con quien se cree que mantuvo relaciones íntimas. Al año siguiente participó en el que sería el penúltimo filme de los hermanos Marx más o menos al completo (Groucho, Harpo y Chico), Amor en conserva (Love Happy), de David Miller. En la película, Marilyn contoneó sus caderas con tanta donosura que Groucho, que interpretaba al detective Sam Grunion, manifestó por ella con su proverbial histrionismo un bullicioso deseo. A continuación consiguió, ya para la productora Metro Goldwyn Mayer, un papel breve pero de suma importancia para su futuro como actriz: en el excelente thriller de John Huston La jungla de asfalto (The Asphalt Jungle, 1950), interpretaba con bastante soltura a Ángela, la amante de un gángster al que acaba por traicionar. El siempre atento Joseph L. Mankiewicz, que había iniciado su carrera como realizador cuatro años antes, reparó en la joven Marilyn y le ofreció otro pequeño pero suculento papel en su melodrama Eva al desnudo (All About Eve, 1950). En esta película interpretaba a una superficial aspirante a actriz en lo que podríamos calificar como uno de los primeros papeles que respondían al estereotipo que más tarde se crearía de ella. Poco antes, en 1949, Marilyn, que durante un tiempo compaginó las profesiones de actriz y modelo, dio su primer golpe en aras de la celebridad al posar para una sesión fotográfica cuyo resultado es aún hoy una de las más genuinas imágenes de una pin-up girl. Se trata de las imágenes que muestran en tomas cenitales a Marilyn desnuda sobre un cubrecamas de color rojo. Algunas de las fotos aparecerían ese mismo año en un calendario, y algo después, en 1953, una de ellas sería la portada del primer número de la famosa revista erótica Playboy. Esto, sin duda, fue un verdadero acontecimiento mediático, quizá de los primeros que pueden ser comparados a los que se dan hoy día. Mientras tanto, la actriz no abandonaba su carrera en el cine. Tras realizar algunos papeles secundarios no demasiado destacables, en 1952 apareció en algunos títulos de cierta importancia, bien por sus directores, bien por el trabajo que desempeñó en ellos: Encuentros en la noche (Clash by night), de Fritz Lang; No estamos casados (We're not married), de Edmund Goulding; el episodio que Henry Koster realizó para el film colectivo Cuatro páginas de una vida (O´Henry's Full House); y la película de intriga Niebla en el alma (Don´t bother to knock), de Roy Ward Baker, en el que encarnó de manera muy convincente al personaje de Nell Forbes. Un triste final Su última aparición cinematográfica, si descontamos la incompleta y no estrenada película de Cukor Something´s got to give, fue para muchos críticos y aficionados el mejor trabajo de cuantos realizó Marilyn Monroe. Vidas rebeldes (The Misfits, 1961), de John Huston y con guión del aún marido de Marilyn, Arthur Miller, era un filme elegíaco, tocado con la rara cualidad de lo irrepetible, que unía en la pantalla a tres grandes actores, Clark Gable, Montgomery Clift y Marilyn Monroe, tres estrellas que además estaban atravesando por distintos motivos unos momentos personales especialmente delicados. Una historia de perdedores, tan del gusto de Huston, que en un último crepúsculo encontrarán al menos un lugar donde poder descansar y compartir sus experiencias con alguien. Intensa y emotiva, quizá este papel fue el mejor regalo que pudo hacer a Marilyn Arthur Miller, con quién se divorciaría poco después, el día 21 de enero de 1961, justo una semana antes del estreno de Vidas rebeldes. Su sentida interpretación de la divorciada Roslyn Taber, que encuentra un nuevo amor en el personaje que encarna Gable, volvió a ser destacada en 1962 con un nuevo Globo de Oro. Los últimos meses de la vida de Marilyn presentan una serie de zonas oscuras que probablemente nunca lleguen a esclarecerse, como su relación con el entonces presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, que parece probado que fue de naturaleza íntima, o más tarde con el hermano de éste, el senador Robert Kennedy, en la que algunos indicios pueden hacer pensar que fue tan sólo de amistad. De cualquier modo, los nombres de ambos aparecieron entonces y siguen apareciendo hoy en el asunto de la muerte por suicidio de la actriz, que falleció el 5 de agosto de 1962 a causa de una sobredosis de barbitúricos en su casa de Brentwood, California. A las 3 de la madrugada, la señora Murray, su ama de llaves, la encontró en la cama en una postura extraña, con el teléfono fuertemente aferrado en una de sus manos y las luces encendidas. Un frasco vacío de Nembutal encima de la mesilla atestiguaba la ingestión masiva de pastillas por parte de la estrella. El médico forense certificó su muerte y expresó su convencimiento de que se trataba de un suicidio. En años posteriores, una auténtica industria del escándalo, de la que formarían parte la prensa amarilla, la de extrema derecha y un Norman Mailer arruinado y angustiosamente necesitado de dinero, especularon incansablemente sobre la relación entre su muerte y los hermanos Kennedy. No era la primera vez que había ingerido una sobredosis de barbitúricos combinada con alcohol: exactamente lo mismo había ocurrido en la primavera del año anterior, poco después de la separación de Miller y del estreno de Vidas rebeldes. La policía, extrañamente, no reveló el nombre de la sustancia que había tomado Marilyn, e incautó y rehusó hacer públicas las cintas magnetofónicas de la compañía de teléfonos en que estaban grabadas las llamadas que efectuó la noche de su muerte. Esto no hizo más que confirmar las sospechas de que Marilyn llamó a alguien en busca de ayuda, alguien cuya alta posición pública no le permitía afrontar el escándalo que hubiera supuesto verse envuelto en semejante asunto. Pese a la infinidad de biografías y libros que sobre ella se han escrito (incluyendo su autobiografía, aparecida póstumamente en 1974), en los que se ha podido percibir esa otra Marilyn que no se ajusta al tópico, aún hoy sigue apareciendo en primer lugar, o en un lugar muy destacado, en toda clase de rankings más o menos frívolos: en 1995 fue votada por los lectores de la revista inglesa Empire como la actriz cinematográfica más sexy de todos los tiempos; la misma revista, en 1997, la situaba como la octava estrella del cine (masculina y femenina) más grande de todos los tiempos; y en 1999, la americana People Magazine la consideraba la mujer más sexy del siglo.

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